Monday 28 March 2011

Lord Cromwell y el descuartizamiento de los cartujos

SORPRENDE la colección de lúgubres pinturas de fray Juan Sánchez Cotán (1560-1627) que se encuentra en el monasterio de La Cartuja de Granada. Se trata de escenas bastante naturalistas, que distan mucho del barroco andaluz, acaso porque se deben por entero a las escenas históricas que representan y que tratan, primero, de la vida de San Bruno y, segundo, de la inquisición anglicana que sufren los priores cartujos en Inglaterra —aunque de la Inquisición anglicana no se sabe mucho, puesto que los spin doctors ingleses dominan y se encargan de que la leyenda negra solo ponga en evidencia a Torquemada y sus muchachos.

«Tres priores de los cartujos y el fraile de Santa Brígida comparecen ante Lord Cromwell», es una de las pinturas de la colección. Muestra a Oliver Cromwell (Lord Cronwel, indica la cédula) sentado en una silla a la manera de un monarca y con idéntico ademán juzgando a los priores. El poder detrás del poder de la breve República Parlamentaria inglesa condena a todos a muerte, no sin antes someterlos a diversas torturas muy del gusto de la policía política de la época. Se les amarra al tiro de tres caballos y los priores, de espalda, vistiendo el hábito monacal blanco que caracteriza a esta orden de modestos frailes, son acarreados como animales por el suelo mientras sostienen sendas cruces en las manos atadas («Suplicio y muerte de los tres priores cartujos y el fraile de Santa Brígida», que se reproduce en la fotografía). Suponemos que el fraile de Santa Brígida viste de oscuro, como franciscano. Tanto blanco como marrón o gris son señas del voto de pobreza de esta orden. Nótese que los cartujos en España llevaron durante un buen tiempo la capa española.

«Cartujos presos en la torre de Londres» es otro cuadro aterrador. Allí esperan los cartujos con grilletes en manos y pies, amarrados alrededor de una de las columnas de la torre. La escasa luz de la ventana del calabozo proyecta la imagen espectral de unos monjes ahorcados, exhibidos en el patio de armas como piezas de caza. Es interesante que Sánchez Cotán no oculta el desasosiego de quienes van a morir en breves momentos. No los pinta como mártires sonrientes, en la gloria de quienes saben que serán salvados, sino con muecas de horror en el rostro. Prima su deseo de producir repulsa, primero, antes que alguna idea de piedad. Eso vendrá más tarde. Ninguna religión ha estado ajena a los vaivenes políticos, si es que no ha formado parte de lleno de ese poder, como lo era en tiempos más primitivos en que el poder temporal y el divino reacían en la figura del monarca que era también sumo sacerdote.

«Descuartizamiento de los mártires de Inglaterra» es eso, una especie de masacre en que los exterminadores ingleses se ensañan con los cartujos, los Carthusians. No basta con picarlos y atravesarlos a punta de lanza sino que además deben ser descuartizados, reducidos a miembros inconexos.

Las reproducciones han sido extraídas de la página Web de Oronoz (http://www.oronoz.com/paginas/oronozframeset.html).

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